Archivo de julio 2014

Música y danza. ¿Música o danza?

Cuando lo que está del otro lado de lo sublime se convierte en algo más importante que la música misma, comenzamos a transitar derroteros que se alejan de los estándares musicales mínimos de calidad. Lo más importante, SIEMPRE, debe ser la música. Cuando ésta se convierte en un pretexto para otro propósito, traicionamos el espíritu y el pensamiento, tanto del compositor como del poeta. La música debe prevalecer por sobre cualquier otro antojo extra-musical que, indefectiblemente, no va a hacer que ésta suene mejor. Al contrario: este otro elemento, al volverse más importante, relega a un segundo plano lo esencial, al punto de que muchos grupos corales descuidan el aprendizaje, el montaje y la ejecución de una obra, como es el caso de incontables ejemplos que se pueden apreciar por las redes sociales y los portales de video.

Vaya todo este comentario a propósito de haber visto, a través de Internet, una muestra de agrupaciones corales que mezclan movimientos escénicos con música. Uno no termina de saber si son cantantes que danzan, o bailarines que cantan. Un buen conocedor de nuestro repertorio puede evidenciar las deficiencias musicales de las que adolecen aquellos conjuntos corales, quienes, para nada, son responsables de lo que ocurre en el escenario. La responsabilidad está en otro lugar, el lugar donde se toman las decisiones. Para bien o para mal.

Son muy excepcionales, y muy contados, los grupos que logran un perfecto equilibrio entre la música y aquellos elementos ajenos a ella, notándose no sólo un trabajo delicado y concienzudo detrás del estudio de las obras, sino también detrás de todo aquello que tiene que ver con lo corporal, lo gestual, imprimiéndole felizmente a las obras, en algunos casos, un carácter casi teatral.

Cuando la música entra por los ojos y no por los oídos (pero sobre todo cuando entra mal por los oídos), traicionamos la naturaleza propia de nuestro arte, esencialmente auditivo. Mi humilde recomendación al joven director: abóquese al estudio profundo de las obras. No le pase por encima. De seguro, usted tiene un buen conjunto. Sólo cuando esté absolutamente conforme con la lectura, la ejecución musical y vocal, y la interpretación de una obra, sólo en ese momento puede usted pensar en añadir algo extra-musical, y ese algo NUNCA deberá ser más importante que la música.

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