Archivo de mayo 2010

Heylin y Giddins

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Me permito recomendarles dos excelentes lecturas: la primera de ellas es Vida y milagro de Sgt. Pepper’s, un disco para una época, de Clinton Heylin y editado en 2008 por Global Rhythm, Barcelona. Heylin aborda, con pinza y bisturí, la gestación de uno de los álbumes del rock-pop más influyentes del siglo XX y cuyas repercusiones aún nos tocan muy de cerca. Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band, es considerada la obra cumbre de los Beatles por su atrevida mezcla de estilos y sonoridades, sus innovadoras combinaciones instrumentales, orquestales e incluso tecnológicas y su asombrosa estructura conceptual. Tal cantidad de elementos produjo un impacto en el mundo de la música popular que hasta el día de hoy nos sigue sorprendiendo. Heylin narra la génesis del álbum revelando el cómo y el por qué de su inspiración, el marco cultural que lo hizo posible, disipando toda la mitología fomentada en torno al disco y explicando los puntos claves del álbum como una referencia fundamental del rock y como fenómeno cultural de masas.

La segunda es Bird, el triunfo de Charlie Parker, de Gary Giddins y editado en 2008 por Alba Editorial, Barcelona. Giddins examina la breve biografía de uno de los más extraordinarios genios musicales del siglo XX, haciendo hincapié principalmente en su original musicalidad, la cual fue mal entendida para su época y que a raíz de su desaparición física no ha dejado de ser objeto de análisis y de estudio. El libro cuenta con abundante material gráfico inédito que ilustra la gran profundidad con que Gary Giddins examina la vida y el quehacer musical del genio que fue Charlie Parker.

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La fuerza del destino: Bill Evans

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A Milton Ordóñez, quien un día me descubrió a Bill

El impacto que ha ejercido, ejerce y ejercerá la obra de Bill Evans (1929-1980) a través del tiempo, es imparable e indetenible. Su muy personal lenguaje armónico, sus largas líneas melódicas, su fraseo asimétrico y su acompañamiento de acordes sin fundamentales, han definido e influenciado a toda una generación de pianistas los últimos treinta años, entre los más destacados, Chick Corea, Keith Jarrett, Herbie Hancock y Brad Meldhau. En las manos de Bill Evans, un tema standard se convertía en la versión definitiva de ese tema, como por ejemplo, Someday My Prince Will Come, el tema de amor del primer largometraje de dibujos animados de Walt Disney, Blancanieves y los Siete Enanos, la cual interpretó en innumerables ocasiones.

Siendo un artista que se dedicó por entero a la ejecución del piano (y de los teclados), su influencia va mucho más allá de la esfera que abarca a los ejecutantes de las blancas y las negras. Bill Evans es uno de los músicos más importantes de toda la historia del jazz —aunque podríamos decir también, del siglo XX—, que no sólo innovó y enriqueció el vocabulario del piano sino también el concepto y el lenguaje del clásico trío de jazz, donde cada instrumento se erige con una dimensión y un discurso propios, y no sólo como mero acompañante.

Luego de haber colaborado por espacio de ocho meses con el sexteto de Miles Davis a finales de los años cincuenta, el cual aportó, entre tantas obras maestras, el mítico y canónico álbum Kind of Blue, el cual es considerado el álbum más vendido de toda la historia del jazz, Evans se dedicó, como líder, a desarrollar, junto al contrabajista Scott LaFaro y al baterista Paul Motian, lo que sería una carrera insuperable, en cuanto al trío se refiere. Luego de la trágica muerte de LaFaro, Evans mantuvo toda una suerte de tríos a lo largo de los años, salpicando su discografía aquí y allá como solista. En su último gran trío lo acompañaron Marc Johnson en el contrabajo y Joe LaBarbera en la batería.

De todo el legado artístico que Evans nos dejó, sería interminable enumerar una lista en este espacio, aunque me atrevo a recomendar uno de mis preferidos: You Must Believe In Spring (Warner Bros, 1980 – Grabado en 1977). Muy personalmente, opino que este no es un disco de jazz, sino más bien, un disco de poesía hecha música.

Para finalizar esta breve nota sobre uno de mis más grandes gurús, me permito citar su punto de vista estético, al referirse a la obra de William Blake (1757-1827), poeta, pintor y místico inglés:

“Es casi un poeta popular, pues alcanza elevadas cotas artísticas gracias precisamente a su sencillez. Las cosas sencillas, lo esencial, son las importantes, pero a veces las expresamos de un modo terriblemente complejo. Lo mismo sucede en el terreno musical con la técnica. Intentas dar voz a una emoción sencilla como el amor, el entusiasmo o la tristeza, y suele ocurrir que la técnica entorpece esta labor, que acaba por convertirse en un fin en sí misma cuando no debería ser más que el canal que permite la comunicación entre las ideas y los sentimientos. El gran artista siempre sabe llegar al quid de la cuestión, y posee una técnica tan natural que es imperceptible. Nunca me he topado con grandes dificultades, y eso me preocupa. Espero no acabe convirtiéndose en un estorbo.”

Sobre el romanticismo en la música:

“Si quieres que el resultado sea realmente extraordinario, hay que mezclar disciplina y libertad con mucho tiento, y hacerlo creativamente. Creo que toda la música es romántica, pero me molesta que ese romanticismo haga que la música suene sensiblera. Sin embargo, quien sabe combinar romanticismo y una cierta disciplina alcanza una belleza insuperable.”

Finalmente, Eddie Gómez, uno de sus contrabajistas predilectos y compañero por once años de Evans, dijo:

“No pedía nada extraordinario: que subieras al escenario y dieras el ciento diez por ciento, que no te reprimieras y que, de vez en cuando, asumieras algún riesgo. No se cansó de repetirme que debía olvidarme del legado del difunto Scott LaFaro y que tenía que ser yo mismo. Bill era un tipo expresivo, directo, amable, majestuoso e inteligente, siempre estaba dispuesto a echarte una mano. Su meta era hacer una música que aunara pasión e intelecto, una música que te llegara al corazón.”

Pamplona 2010

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A Carlos, Jesús, Fermín y Alfonso

 

Al aproximarse en el tren desde Madrid, lo primero que te invade a las afueras de Pamplona, es un inmenso y antiquísimo acueducto romano. Con esa bellísima imagen en la retina, al llegar a la estación, uno no puede sino pensar que todas las cosas en esa hermosa ciudad, fluirán de manera perfecta. Y así es. Mis amigos Carlos Gorricho e Imanol Erkizia me dieron la bienvenida para, en primera instancia, dar un paseo alrededor de las extensas murallas que rodean a la antigua y añeja Pamplona. O Iruña, como se diría en perfecto euskara. Carlos Gorricho es el muy diligente presidente de la Federación de Coros de Navarra, organización que alberga a más de cincuenta agrupaciones de la provincia de Navarra y sus alrededores. Y además, es un excelente anfitrión y organizador. De Pamplona, habría que agregar también que es una ciudad llena de gente amable y simpática que está pendiente de que uno se sienta y coma bien. Eso sí, Pamplona te recibe en esta época del año con una lluvia pertinaz. Famosa por sus Sanfermines, suficientemente espaciosa para albergar a sus poco más de trescientos mil habitantes y repleta de monumentos interesantes. Uno de ellos es su antigua y hermosa catedral, en honor de Santa María, construida durante los siglos XIV y XV, y cuyo actual maestro de capilla, don Aurelio Sagaseta —quien tiene ya casi cincuenta años al frente de la Capilla de Música de la Catedral de Pamplona— tuve el honor de conocer el día de mi llegada. El maestro Sagaseta, con baquiana experticia, nos dio un ilustradísimo paseo por los recovecos de la catedral, sorprendiéndonos a cada paso con las maravillas contenidas en este fabuloso recinto religioso y, con legítimo orgullo y bien pensado suspenso, nos preparó para el asalto final: el salón de ensayo de la Capilla, institución musical que data del siglo XIII y que alberga un invalorable archivo de música con obras hasta del siglo IX, además de contener toda la historia de la Capilla de Música. Luego de despedirnos del maestro Sagaseta, nos preparamos para disfrutar de lo que en Navarra es un acontecimiento social: la buena mesa. Pamplona está repleta de excelentes restaurantes con una oferta gastronómica de primer mundo y tenemos la fortuna de contar con un experto explorador en la materia: Jesús Arrastia. Al día siguiente, luego de un largo y merecido descanso, asistimos al Taller de Música Coral, evento anual que organiza la Federación de Coros de Navarra y que en esta ocasión congregó a más de sesenta participantes provenientes de diferentes lugares de la provincia y del Coro de la Federación, quien también lidera nuestro querido amigo Gorricho. En cuatro jornadas de trabajo, dos para el sábado 8 de mayo y dos para el domingo 9, transcurridas en la hermosa sede del Orfeón Pamplonés, institución que ya alcanza más de ciento cuarenta y cinco años, trabajamos las siguientes obras: O magnum mysterium (César Alejandro Carrillo), Encuentro (César Alejandro Carrillo y Fernando Paz Castillo), Alfonsina y el mar (Ariel Ramírez y Félix Luna, arr. Hugo César de la Vega) Corazón coraza (Beatriz Corona y Mario Benedetti) My Lord, What a Mourning (Negro spiritual, arr. William Levi Dawson) y San Juan to’ lo tiene (Eduardo Serrano, arr. César Alejandro Carrillo). Fue para mí, como para todos los entusiastas y ávidos participantes, una experiencia muy vital y enriquecedora, en un ambiente de cordial camaradería e impregnado siempre de buen humor. De ella me llevo un grato e inolvidable recuerdo, no sólo por las vivencias musicales sino también por la intensa relación establecida con Pamplona y con unos nuevos, inolvidables y entrañables amigos. ¡Hasta la próxima, Pamplona!

Cantoría Ludus Vocaliter | Ave Maria

Ave Maria [1999], César Alejandro Carrillo

Cantoría Ludus Vocaliter, Lourdes Sánchez

Disponible/Available Earthsongs | JW Pepper | Sheet Music Plus

Ohio State University Women’s Glee Club | Ave Maria

Ave Maria [1999], César Alejandro Carrillo

Disponible/Available Earthsongs | JW Pepper | Sheet Music Plus

Flute Troupe & Women’s Glee Club | Ave Maria

Ave Maria [1999], César Alejandro Carrillo

Esta en particular fue intepretada por el Flute Troupe & Women’s Glee Club, The Ohio State University.

Disponible/Available Earthsongs | JW Pepper | Sheet Music Plus

Taipei Ladies Choir | Ave Maria

Ave Maria [1999], César Alejandro Carrillo

Disponible/Available Earthsongs | JW Pepper | Sheet Music Plus

Armonia Early Music Ensemble | Salve Regina

Salve Regina [1991], César Alejandro Carrillo

Disponible/Available Earthsongs | JW Pepper | Sheet Music Plus

España 2010

Agradecido por esta experiencia con la música y los nuevos amigos de España en la Coral del Conservatorio de To­melloso y la Federación de Coros de Navarra/Nafarroako Abesbatzen Elkartea en Tomelloso y Pamplona.

¡Gracias a todos por esos días inolvidables!

La vida con Modesta (I)

En principio debo aclarar, para quien no lo sabe, que cuando digo Modesta, me refiero, sí, a mi maestra de composición Modesta Bor (1926-1998). Puede que a alguno le parezca soberbio o herético el hecho de que yo me dirija a una maestra de la estatura de Modesta con esa cuota de confianza, pero es que de estar viva, ella no aceptaría que hablara de sí con la solemnidad y el boato que siempre rechazó. Esta breve introducción establece el clima de amistad, amor, fidelidad y respeto que existía entre ella y yo. Ahora bien, no es frecuente este tipo de relación entre maestro y alumno, porque por lo general lo que habita entre ellos es una distancia que pone a cada uno en su santo lugar. Conocí a Modesta en 1978 en la época en que yo residía en Guarenas y co-dirigía un grupo vocal que se llamaba Gesta, el germen de lo que después sería Ensamble 9. Nosotros hacíamos nuestros arreglos vocales en pleno ensayo, no los escribíamos sino que los memorizábamos de tanto repetirlos. Y en ese afán y anhelo de querer hacer mejor las cosas, se nos ocurrió ir a la sección de música de la Biblioteca Nacional para tratar de conseguir arreglos impresos a fin de engrosar nuestro repertorio de canciones. Lamentablemente, en tal sección no había una sola partitura. Más bien era un sitio para ir a escuchar música, es decir, una fonoteca. Pero por esas circunstancias milagrosas que tiene la vida, el encargado, el ya desaparecido guitarrista y compositor Jorge Benzaquén, me sugirió que fuera al Departamento de Música de la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, del cual Modesta era jefa. Así que un día cualquiera de 1978, el cual ya no puedo precisar, me dirigí a la UCV a hablar con Modesta Bor, porque en ese entonces para mí era eso, Modesta Bor. Eso sí, sabía lo que ella era y representaba para nuestra música nacional. De modo tal que cuando llegué, estaba un poco nervioso debido a la talla del personaje con el cual me iba a entrevistar. Modesta me trató con atención y simpatía al yo revelarle el propósito de mi visita y al enterarse de nuestro trabajo con Gesta. Luego de estar conversando por espacio de una hora, aproximadamente, le solicitó a una empleada del departamento que me diera algunas copias de arreglos que allí tenían. La empleada que me atendió, con la misma simpatía y diligencia de Modesta, fue Olga Roa, quien con el tiempo se convertiría en amiga de muchos músicos y directores corales de nuestra generación. Actualmente, Olga es la jefa encargada del Departamento de Música. Las vueltas que da la vida. Pues bien, de allí salí muy contento por dos razones: la primera, porque había podido lograr conseguir un material musical que para nosotros iba a ser de vital importancia en la evolución de grupo. Y la segunda, porque había conocido a quien iba a marcar, para siempre, el curso de mi vida como ser humano, músico, arreglista, director y compositor: Modesta Bor.

Biografía tomada de la Sociedad de Autores y Compositores 
Modesta Bor nació en Juangriego, Isla de Margarita, el 15 de junio de 1926. En su pueblo natal, Modesta recibió las nociones elementales de Teoría y Solfeo, con Luis Manuel Gutiérrez y de piano con Alicia Caraballo Reyes. En 1942, viaja a Caracas para continuar sus estudios en la Escuela Superior de Música «José Angel Lamas», donde cursa Teoría y Solfeo con María de Lourdes Rotundo; piano, con Elena de Arrate; Historia de la Música y Estética con Juan Bautista Plaza; primer año de Armonía y Orquestación con Antonio Estévez y segundo año de Armonía, Contrapunto, Fuga y Composición en la cátedra del Mestro Vicente Emilio Sojo.

En 1951 presenta el exámen de su décimo año de piano, sin embargo, ese mismo año, contrajo una grave enfermedad en ambas manos y piernas. Su dolencia no le permitió ofrecer el concierto de grado, ni desarrollar su prometedora carrera como intérprete. Fue posteriormente, al regresar de Moscú, cuando le otorgaron el título de Profesora Ejecutante de Piano, a instancias de la Profesora Elena de Arrarte.

En julio de 1959, con la «Suite en tres movimientos» para Orquesta de Cámara, obtiene de las manos de Vicente Emilio Sojo el título de Maestro Compositor. Paralelamente a sus estudios musicales, Modesta Bor dió inicio a una amplia actividad en los campos de la musicología y la docencia. Entre 1948 y 1951 trabajó en el Servicio de Investigaciones Folklóricas Nacionales, como Jefa del Departamento de Musicología. Posteriormente, ejerció la docencia musical en diferentes escuelas primarias y secundarias de la capital, llegando incluso a dirigir coros de Niños de las Escuelas Municipales de Caracas.

Después de egresar de la Escuela de Música, se dedica por completo a la composición y en 1960 viaja a Moscú, con la idea de realizar estudios de Postgrado en el Conservatorio Tchaikowsky. Después de escuchar una de sus obras en una audición privada, el afamado compositor Aram Ilich Kachaturiam acepta gustosamente a Modesta Bor en su cátedra de Composición.

En 1962 da inicio a la composición de la premiada «Obertura» para Orquesta. Entre 1963 y 1964 se traslada a Lecherías, Estado Anzoátegui, para asumir la dirección del Coro de Niños de la Universidad de Oriente. En 1964, nuevamente en Caracas, trabaja en el Instituto Nacional de Folklore y luego es nombradfa directora del Coro de Niños de la Escuela de Música «Juan Manuel Olivares», cargo que desempeña durante 14 años.

En 1966 funda y dirige el grupo vocal «Arpegio», conjunto de seis voces blancas con el cual divulgará las viejas melodías infantiles, la polifonía culta y la música popular y folklórica venezolana. Entre 1971 y 1973 dirigió la Coral de la CANTV con la cual grabó dos discos de música coral venezolana e internacional. En 1973 se hace cargo de la Cátedra de Composición de la Escuela de Música «José Lorenzo Llamozas». Simultáneamente, entre 1974 y 1989 trabajó como jefa del Departamento de Música de la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, donde realizó una encomiable labor en pro de la formación musical de la población estudiantil venezolana.

En 1982 fue invitada por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) para participar en el Primer Festival Internacional de Música Contemporánea de la Habana (1986), donde se interpretó el «Concierto para piano y Orquesta». En 1990 se traslada a la ciudad de Mérida donde prosigue con tenacidad su labor creativa, la cual alterna con la docencia, ofreciendo a los estudiantes de la Escuela de Música de la Universidad de Los Andes un Taller de Dirección de Coros Infantiles; y en 1991 dicta un Taller de Armonía, con la finalidad de crear en el futuro una Cátedra Estable de Composición.

Las primeras obras de Modesta Bor están enmarcadas dentro del pensamiento de la Escuela Nacionalista venezolana. Ejemplos claros se observan en la «Suite Criolla» para Piano, en la «Suite para Orquesta de Cámara» y en la «Sonata para Viola y Piano». En etapas posteriores sus obras buscan un lenguaje propio, contemporáneo, acorde con las nuevas tendencias. A partir de la década de los sesenta, se trasluce la búsqueda de nuevas sonoridades en obras como el «Segundo Ciclo de Romanzas» para contralto y piano, la «Sonata para violín y piano» y sus obras corales: «El Pescador de Anclas» y «Regreso al Mar». La década de los setenta marca el inicio de una búsqueda hacia la atonalidad. La «Imitación Serial para Cuerdas» (1974), el tríptico coral «Manchas Sonoras» (1975), los siete «Sarcasmos» para piano (1978-1980), el «Prisma Sonoro» para cuatro voces mixtas (1980-1981), el «Concierto para piano y Orquesta» (1982-1983) y «Acuarelas» para Orquesta de Cuerdas (1986) son sólo algunos ejemplos de sus obras atonales desligadas de la tendencia o línea nacionalista.



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