Archivo de octubre 2010

Nuevas publicaciones

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Con gran satisfacción tengo el gusto de compartir con ustedes tres nuevas publicaciones. La primera de ellas es la de mi Salve Regina, para coro mixto, editado por Earthsongs, editorial  afincada en Oregon y que ya ha publicado otras obras mías en el pasado. La segunda, una interesante versión para conjunto de trompetas de mi Ave Maria, escrito originalmente para voces femeninas y publicada por Balquhidder Music, al cuidado de Rob Roy McGregor, excelente trompetista, ya retirado, y quien fuera miembro de Los Angeles Philharmonic. La tercera de ellas, la segunda edición, corregida y ampliada, de Obra coral y arreglos corales de música popular venezolana de César Alejandro Carrillo, Volumen III de la Colección Música coral de autores latinoamericanos, publicado por la Fundación Vicente Emilio Sojo. Esta edición estuvo al cuidado de Roberto Ojeda Tovar, acucioso investigador y musicólogo entregado en cuerpo y alma al buen quehacer editorial de la Fundación Vicente Emilio Sojo desde hace ya unos cuantos años. Por último, les anexo el texto de presentación que escribí para dicha edición. Un gran saludo.

 

 

El libro que usted tiene en sus manos es el tercer volumen de la colección Música coral de autores latinoamericanos, cuyo primer y segundo volúmenes están dedicados a la producción de Rafael Suárez (1929-1971) y de Ángel Sauce (1911-1995), respectivamente. En la presente edición, se han revisado y corregido algunas de las piezas anteriormente publicadas en 2002, se actualizó la información contenida en el catálogo y en las referencias, y se incorporaron diez obras —tres composiciones y siete arreglos de música popular venezolana—, lo cual da como resultado un ejemplar que contiene la mayor parte de la producción de música coral, realizada por quien suscribe estas líneas, en poco menos de treinta años.

Este libro no sólo contiene el trabajo de muchos años de escribir y de pensar la música coral, sino también el producto de la labor editorial de Roberto Ojeda, llevada a cabo con el más alto sentido profesional. Después de intensos meses de trabajo, es insoslayable resaltar la acuciosa labor y el empeño emprendidos por Roberto, quien no sólo ha fungido como editor, sino también como catalogador, transcriptor, revisor y corrector de mi obra. La experiencia de innumerables horas de trabajo a su lado, me ha brindado un valioso e incalculable aprendizaje. Sin su ojo avizor y sus generosas sugerencias, muchos de los erróneos conceptos a nivel editorial, que la mayoría de los compositores consideramos «correctos», aparecerían hoy en esta publicación. A Roberto, mi más profunda deuda de gratitud.

En un país que tradicionalmente ha adolecido de una adecuada preservación y conservación de su memoria musical —o de cualquier tipo de memoria—, el hecho de que exista una institución que se encargue de satisfacer esta carencia, significa una suerte de oasis en el inmenso desierto de nuestra indiferencia nacional. Es por eso que los músicos venezolanos, y particularmente aquellos que nos dedicamos a la actividad coral, celebramos la publicación de este tipo de obras por parte de la Funves, las cuales vienen a llenar no sólo un vacío editorial, al poner a la disposición del público el cuantioso tesoro que poseemos en materia de música coral, sino también contribuyen a poner orden en el caótico mundo generado por el uso de la fotocopia la cual, por añadidura, atenta contra la Ley de derecho de Autor. En este sentido, es importante resaltar que todas las obras que conforman este volumen, y que pudieran haber sido fotocopiadas y por ende, alteradas, aparecen aquí en sus versiones definitivas.

Para concluir quiero agradecer, en primer lugar, a todos y cada uno de los músicos y cantantes que formaron filas en Ensamble 9, verdadera fragua y laboratorio experimental de la gran mayoría de los arreglos de música popular venezolana que se incluyen en este volumen. En segundo lugar, pero no menos importante, a Cantarte y al Orfeón Universitario de la UCV, espacios significativos que han contribuido a la difusión de mi obra como compositor y arreglista. A Modesta Bor, que ya no nos acompaña físicamente, pero que siempre estará con nosotros y entre nosotros, por siempre guía y amiga. A mi compañera Laura Morales Balza, por compartir y comprender mi música y el tiempo necesario para crearla. A mi madre, permanente guía espiritual. A aquellos que han tenido la paciencia de ser mis alumnos y, finalmente, a todos aquellos coristas y directores que alguna vez se estremecieron con algún acorde travieso o me honraron con la interpretación de mi obra. A todos ellos, muchas gracias.

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Cortázar

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París nos recibe esta vez con un caluroso verano. De entre tantas actividades realizadas en esta cuarta visita a la Ciudad Luz, vale la pena relatar una que ya habíamos hecho en 2001 en el Cimetière Père-Lachaise: ir a cazar tumbas. La actividad consiste en visitar las tumbas pertenecientes a personalidades famosas cuyos restos descansan para siempre en estos añejos recintos. Entre tantas luminarias del arte y del pensamiento que pudimos reconocer en aquella visita, las que más persisten en nuestra memoria son: Michel Petrucciani, excelso pianista de jazz francés fallecido prematuramente en lo más encumbrado de su arte; Frederick Chopin, pianista y compositor polaco perteneciente al período romántico y fallecido también a temprana edad; Jim Morrison, estrella estadounidense de la música pop, sex symbol y líder de la banda The Doors; y por último, una de mis más grandes influencias como compositor, Francis Poulenc, pianista y creador de hermosísimas e importantes páginas corales. Poulenc escribió un capítulo determinante dentro de la música coral francesa del siglo XX. Cómo no conmoverse ante la tumba de Poulenc evocando los acordes iniciales de su O magnum mysterium, o la energía esperanzadora  que atraviesa los compases de Liberté, canción con la cual finaliza su ciclo Figure humaine, con poesías de Paul Eluard.

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Cimetière Père-Lachaise

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Para esta ocasión, 2010, fuimos presurosos al final de una lluviosa tarde y casi a la hora de cierre al Cimetière du Montparnasse, también último destino de innumerables pensadores y artistas, entre los cuales podemos destacar a Camille Saint-Säens, Cesar Franck, George Auric, Vincent d’Indy, Emmanuel Chabrier, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, E.M. Cioran, Marguerite Duras, Eugene Ionesco, Man Ray, Susan Sontag y César Vallejo, entre muchos otros. Sin embargo, la escasez de tiempo no nos dio más alternativa que visitar la que para nosotros constituía la pieza de cacería más interesante, la de Julio Cortázar, cronopio mayor. Qué podríamos decir en estas cortas líneas que ya no se haya dicho sobre Cortázar. Tan sólo la conmoción, casi hasta las lágrimas, de saberse por un instante, breve y eterno, al lado de una de las más importantes plumas latinoamericanas y del mundo. Su estatura de gigante literario y su intelectualidad sin fronteras ha sido importante y determinante en nuestras vidas. Leer un solo cuento de Cortázar es adentrarse a cada paso, a cada línea, en un mundo desconocido y sorprendente y del cual jamás se podrá salir, porque Cortázar imaginó su mundo literario de ese modo, fantástico y sublime, dulce y terrible; todo a la vez. Como en una rayuela…

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Cimetière du Montparnasse

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