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París nos recibe esta vez con un caluroso verano. De entre tantas actividades realizadas en esta cuarta visita a la Ciudad Luz, vale la pena relatar una que ya habíamos hecho en 2001 en el Cimetière Père-Lachaise: ir a cazar tumbas. La actividad consiste en visitar las tumbas pertenecientes a personalidades famosas cuyos restos descansan para siempre en estos añejos recintos. Entre tantas luminarias del arte y del pensamiento que pudimos reconocer en aquella visita, las que más persisten en nuestra memoria son: Michel Petrucciani, excelso pianista de jazz francés fallecido prematuramente en lo más encumbrado de su arte; Frederick Chopin, pianista y compositor polaco perteneciente al período romántico y fallecido también a temprana edad; Jim Morrison, estrella estadounidense de la música pop, sex symbol y líder de la banda The Doors; y por último, una de mis más grandes influencias como compositor, Francis Poulenc, pianista y creador de hermosísimas e importantes páginas corales. Poulenc escribió un capítulo determinante dentro de la música coral francesa del siglo XX. Cómo no conmoverse ante la tumba de Poulenc evocando los acordes iniciales de su O magnum mysterium, o la energía esperanzadora que atraviesa los compases de Liberté, canción con la cual finaliza su ciclo Figure humaine, con poesías de Paul Eluard.
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Cimetière Père-Lachaise
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Para esta ocasión, 2010, fuimos presurosos al final de una lluviosa tarde y casi a la hora de cierre al Cimetière du Montparnasse, también último destino de innumerables pensadores y artistas, entre los cuales podemos destacar a Camille Saint-Säens, Cesar Franck, George Auric, Vincent d’Indy, Emmanuel Chabrier, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, E.M. Cioran, Marguerite Duras, Eugene Ionesco, Man Ray, Susan Sontag y César Vallejo, entre muchos otros. Sin embargo, la escasez de tiempo no nos dio más alternativa que visitar la que para nosotros constituía la pieza de cacería más interesante, la de Julio Cortázar, cronopio mayor. Qué podríamos decir en estas cortas líneas que ya no se haya dicho sobre Cortázar. Tan sólo la conmoción, casi hasta las lágrimas, de saberse por un instante, breve y eterno, al lado de una de las más importantes plumas latinoamericanas y del mundo. Su estatura de gigante literario y su intelectualidad sin fronteras ha sido importante y determinante en nuestras vidas. Leer un solo cuento de Cortázar es adentrarse a cada paso, a cada línea, en un mundo desconocido y sorprendente y del cual jamás se podrá salir, porque Cortázar imaginó su mundo literario de ese modo, fantástico y sublime, dulce y terrible; todo a la vez. Como en una rayuela…
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La palabra, decía alguien mucho mas sabio que yo, es el reflejo de lo que somos, o mejor aun de quienes somos… lo que hacemos, también es un reflejo de nosotros mismos. Felicidades por hacer de la labor musical algo mas que una simple vivencia,es hacer de la música el modus a través del cual se expresan demasiadas cosas que hacen trascendental y único este pasito por el mundo que es vivir.. que bueno el compartirlo y expresarlo en el trabajo. Que bueno ademas que el blog exista para que a través del texto se exprese también lo que se lleva adentro… éxitos…
Que agrado me da poder leerte por aquí.
Por casualidad, al leer las primeras lineas estaba oyendo el Concerto #1 In E Minor de Chopin.
buen fondo para leerte.
Un abrazo
Mi estimado amigo César, uno de los regalos que más aprecia nuestro común amigo Ramón Rojas, es la foto que tuvo en bien tomarme Laura Morales al lado de la tumba de Chopin. Recuerdo tu emotivo rostro cuando veías a Poulenc y el diálogo mantenido alrededor de Jim Morrison. Te dejo este artículo que salió publicado tanto en el Diario Vea como en El Nacional cuando murió Marcel Marceau. Un abrazo y nuestro típico guiño de miradas.
La sonrisa sueña en las tinieblas
El hombre del rostro blanco ha decidido dormitar junto a su silencio de expresión sabia y precisa. Sus manos más que manos eran flamas que desvendaban las heridas con una sonrisa blanca, acariciaban una flor trémula, hacía aparecer objetos apretando un botón blanco en medio de las tinieblas sin voz y sin sombra y el latido de sus manos encendidas transformaban el tiempo en caricias. Una vez reí al ver el sufrimiento en el que se sumergía al tratar, por todos los medios, de quitarse una máscara de risa bufona. Pero mi risa después se convirtió en preocupación, después en angustia, luego en dolor, hasta que aterricé y me percaté que estaba sentado en una silla del Teatro Municipal, viendo el alma llorar cuando el rostro reía, viendo al más grande mimo de la historia, viendo al artista que, una vez en escena, se multiplicaba: y era un par de viejas chismosas, y era un señor paseando su perrito y recogiendo la caca con disimulo, y era un vendedor de globos, y era un niño jugando a ser Zidane, y era una pareja de enamorados, y era una estatua. Al fabricante de máscaras se le quedó atorada en el rostro la sonrisa de la alegría y murió. El sábado 22 de septiembre no hubo amanecer, hubo gris y llanto, los amantes de la vida vimos una flor blanca asida a un sombrero negro pasear en un arco iris blanco y negro hacia el fabuloso mundo del cine silente de Charlot y Keaton. Ni la pérdida de su padre en Auschwitz, ni la vileza del capitalismo que le negó el financiamiento a su legado, lograron ocultar su cajita de arrayanes que atesoraba en su acrisolada figura. ¿Cuán alegres deben estar los vecinos de Père Lachaise ante la llegada de tan honorable vecino? En el techo de la morada eterna el piano y la orquesta deben estar interpretando el adagio del concierto 21 de Mozart con el que nacía, crecía, envejecía y moría. Au revoir monsieur.
Los camposantos de Père-Lachaise y Montparnasse se han convertido en lugares de peregrinación para los amantes del arte y las letras de todo el mundo.
Otro de los grandes que allí reposan es ese irlandés inmortal,rebelde entre los rebeldes,Oscar Wilde.
Entre los compositores, aunque no estoy seguro de ello, está el gran Igor Stravinsky.
Gracias por compartir tus vivencias en esa ciudad maravillosa que esperamos volver a visitar muy pronto.
Muy hermosas las imágenes.
Un fuerte abrazo.
Un buen amigo me ha aclarado la duda sobre la tumba de Stravinsky. Ésta no se encuentra en París sino en la isla de San Michele en Venecia, Italia…Saludos.
La mejor descripcion de Cortázar la da él mismo en LA CASA TOMADA.
Quien no ha estado allí, no sabe lo que se siente!
Apoyo su sentimiento Maestro!