Archivo de noviembre 2016

Cantarte: 25 años

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Y aquí vamos de nuevo.

Veinticinco años.

Se dice muy fácil.

Veinticinco años de empeños y quereres, de muchos avances y algunos retrocesos, pero siempre repletos de hermosas experiencias y gratificantes aprendizajes.

Nunca pensé que yo llegaría a cumplir veinticinco años con Cantarte.

Tampoco me imagino treinta.

Pero la vida es así, te va llevando poco a poco sin que te des mucha cuenta de que el tiempo, ese factor tan esquivo, volátil e impredecible, pasa implacablemente. “El tiempo nos alcanza”, como dice un gran amigo.

Así que yo estoy aquí, desde el principio de esta historia, la cual me sorprende hoy con un nuevo aniversario. Y, como dije hace un lustro, seguimos el mismo rumbo, que no es otro que ‘producir un sonido de conjunto bello y correcto como materia prima con la cual poder ejecutar e interpretar, bella y correctamente, buena música’. No ha sido otro sino ese, nuestro gran propósito. Por eso Cantarte ha sido, es y siempre será una obra en construcción. Lograr ese propósito es algo también esquivo y que no depende sólo de tener buenas intenciones. Hay que tener mucha voluntad, mucho empeño y mucha paciencia. Pero sobre todo, mucho amor por lo que se hace.

Hay algo que en este momento se me ocurre compartir.

Hace veinticinco años recibí algunas críticas negativas sobre nuestra sonoridad. Muy pocas fueron positivas. Y este no es un espacio para hacer un catálogo de todos los adjetivos que escuché. De lo que sí estaba muy seguro y convencido, era de mi concepto de sonoridad de conjunto. Y que iba por el camino correcto. Y que a la larga, el tiempo me iba a dar la razón…

Para lograr un buen sonido, no basta con tener un número de personas que tengan buena voz y canten ‘bonito’. De hecho, esa no es una garantía. No basta con sólo desearlo. No basta con sólo decir: ¡Homogeneicen! O decir: ¡Balanceen! O peor aún: ¡Imítense entre sí! (queriendo decir que se imiten a nivel tímbrico). Con ninguno de esos recursos se logra una buena mezcla. Hace falta una enorme cantidad de criterios de emisión vocal que garantice que ese grupo de cantantes, con buena y quizá sin bonita voz, produzcan un sonido de conjunto uniformemente bello. Y esa fue la premisa bajo la cual todo este camino empezó a andar.

Hoy es enormemente satisfactorio apreciar que, con el paso del tiempo, muchos colegas, paulatinamente, fueron adoptando una sonoridad similar en sus coros. No importa cuál haya sido la razón. Lo que sí creo es que el movimiento coral venezolano ganó con ese cambio de paradigma.

Sería muy largo ‘filosofar’ sobre este tema en este espacio, cuya sola pretensión es celebrar veinticinco años de música coral. Pero no deja de ser gratificante decir que uno de nuestros mayores logros, durante todo este tiempo, ha sido ese: producir un sonido de conjunto bello y correcto como materia prima con la cual poder ejecutar e interpretar, bella y correctamente, buena música.

También sería muy largo enumerar a todos los que de una forma han contribuido con este gran propósito que se llama Cantarte. Sin embargo, y a riesgo de dejar a alguien por fuera, debo agradecer infinitamente, siempre, a Miguel Ángel Vaccari, a Manuel Hurtado, a Edel Coronado, a Germán Méndez, a Luis ‘Tatalo’ Garrido y a Laura Morales Balza, por su irreductible credibilidad y confianza en lo que hemos hecho y aún hacemos. Sin el concurso de ellos, algunos ya fuera del coro, esta sería otra historia que quizá sólo sería eso, una historia más.

Vaya de nuevo mi felicitación a todos aquellos que desde un principio creyeron en Cantarte. A todos los que a lo largo de este camino nos han acompañado, soñando y sonando. Y muy especialmente, a todos los que aún siguen creyendo en nosotros, principalmente, ustedes.

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¡Mil gracias por estos veinticinco!

César Alejandro Carrillo

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Ps. ¿30? ¡No sé!


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