Archivo de abril 2010

C4Trío

 

 

Desde hace aproximadamente unos diez años, se viene gestando en el actual panorama musical nacional, un movimiento integrado por una pléyade de jóvenes músicos que, con toda justicia, podríamos llamar la nueva generación musical venezolana, particularmente en el área de la música instrumental. De este conglomerado que hoy conocemos como la Movida Acústica Urbana (MAU), uno de los mejores fenómenos musicales que ha ocurrido en Venezuela en los últimos tiempos, destacamos dos producciones discográficas pertenecientes al fabuloso C4Trío. La primera de ellas titulada C4Trío (2006) y la segunda Entre manos (2009). Este conjunto está conformado desde sus inicios por Jorge Glem, Héctor Molina y Edward Ramírez, tres talentosos cuatristas que provienen de diferentes ciudades del país, cada uno de ellos aportando no sólo las influencias propias de sus respectivos lugares de origen sino también aquellas que podrían parecer ajenas a nuestros géneros musicales como por ejemplo, el jazz. Ciertamente debemos decir que la idea de reunir varios cuatros no es nueva en el espectro musical venezolano, pero nunca, en cuanto a conjunto se refiere, se había llevado nuestro instrumento nacional a los niveles de virtuosismo y de lenguaje novedoso que esta agrupación exhibe tanto en el estudio de grabación como en directo. Si bien es cierto que el virtuosismo sin arte es un mero ejercicio de narcisismo musical, en este sentido, C4Trío supera el examen con creces. La musicalidad y el dominio de los estilos que exhibe cada uno de ellos, tanto en el rol de solistas como en el trabajo de conjunto, es francamente, a toda prueba. Jorge, Héctor y Edward no sólo se dedican a difundir joyas del repertorio tradicional sino que también se arriesgan incorporando piezas de otras latitudes, así como sus propias creaciones, siempre dentro de una clave venezolana, aportando, cada uno de ellos, lo mejor de su amplio bagaje musical. C4Trío le ha abierto nuevas ventanas de expresión al cuatro venezolano, lo cual le ha brindado la posibilidad de expresarse con solvencia en cualquier parte del mundo. Así que recomiendo ampliamente estas dos producciones discográficas que no sólo representan la labor que ha emprendido C4Trío sino también el excelente trabajo que están llevando a cabo cada una de las agrupaciones que conforman el conglomerado de la MAU, la cual iré comentando próximamente.

 

 

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Entrevista en la revista «Sala de espera»

Comparto con ustedes esta entrevista publicada en la edición de noviembre (2009)

 

 

MI RELACIÓN CON EL DIOS CRISTIANO ES A TRAVÉS DE MI MÚSICA SACRA

Viernes, 06 de Noviembre de 2009

 

 

César Alejandro Carrillo hace del canto un misterio audible entre sus coros. Cree que cantar es un acto de amor. Con la fundación de Cantarte en 1991, se propuso difundir la música religiosa a capella. Próximamente, obsequiará 35 minutos de música vocal pura en los que reproducirá, nuevamente, el «Magnificat» del estoniano Urmas Sisask

Por Lorena Briedis

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El viento empuja el silencio y lo enreda en las palmeras de la Universidad Central de Venezuela. Ellas lo reciben y muy erguidas emulan una tonada de lluvia que se escucha desde una oficina al lado de la sala de ensayos del Orfeón Universitario, que César Alejandro Carrillo dirige. Custodian el cubículo las fotografías de Vicente Emilio Sojo, Evencio Castellano —autor del himno del Alma Mater—, Vinicio Adames y Antonio Estévez —fundador del grupo coral—. En los jardines, los estudiantes presencian el aguacero sin mojarse, con los paraguas cerrados, porque el silencio sobre las palmeras es sólo eso, música, una catástrofe inofensiva.

«¿Está lloviendo, verdad?» pregunta aquel maestro sencillo, casi monacal, a quien también lo había confundido aquella sonata. Silencio, viento, palmas, lluvia… ¿En cuántas gargantas no habrá él hecho posible un milagro semejante? ¿Qué tipo de fe le permite a un hombre penetrar tal misterio? «Dios está allá afuera, con los árboles», dice desde su oficina mientras cree que llueve. «Yo veo la religión de otra manera. Yo creo que está en la naturaleza y con el semejante». Para el director del Orfeón Universitario, su arte es su oración. «Mi relación con el Dios cristiano es a través de mi música sacra». Lo dicen sus ojos claramente y sin sermones en la transparencia fontanal de sus lentes. Lo dicen sus manos, que han repartido la música de sus coros como el pan y la han multiplicado entre sus voces como peces.

Los primeros movimientos de la dirección coral los descubrió intuitivamente a los 17 años, en los colegios de monjas. En Guarenas, cinco años atrás, ya había aprendido mucha de la carpintería de la interpretación musical con un conjunto de gaitas que él y algunos amigos de su cuadra improvisaron, pero que sobrevivió varios años más que el edificio que les dio nombre, Charaima, el cual, tal y como recuerda, se había caído «como un cerro de panquecas» en el terremoto del 67.

Pero un autobús, en tantos ires y venires de la casa al liceo y del liceo a la casa, lo atrajo a nuevas amistades y, finalmente, lo sorprendió con una ruta inesperada, Grupo Vocal Gesta, un quinteto de música popular venezolana y latinoamericana cuya experiencia le dio sintonía a Carrillo para inscribirse en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas. Allí estudió teoría y solfeo, dictado musical, armonía, violoncelo e historia de la música: esos fueron sus primeros votos.

Sin embargo, el llamado de ese buen dios que está en la música como en todas las artes estremeció a Carrillo durante su infancia a los 5 ó 6 años, en Higuerote, en casa de su abuela materna, donde solía ir de vacaciones a pescar y a bañarse en el río. Aquel llamado era el sonido nocturno y palpitante de los tambores de Barlovento. «Yo me quedaba despierto. No dormía porque quería escucharlos. Ése creo que es el recuerdo musical más remoto que tengo. Ese sonido siempre está allí y a veces vuelve». A partir de entonces, quedó suspendido en ese embrujo insomne que fue para él la música.

César Alejandro quiso seguir aquellos pálpitos trepidantes de los tambores de Barlovento, quiso escribirlos, recrearlos y transformarlos con el deseo de quien tiene en sus manos una piedra maleable en la que intuye las dimensiones de una catedral. Así supo que quería ser compositor, quizá, para salvar las claves de aquella fantasía musical de la infancia que aún lo recorre. De modo que estudió dirección y composición. La primera, en el Instituto Universitario de Estudios Musicales (Iudem); la segunda, en la Escuela José Lorenzo Llamozas, bajo la tutoría de quien considera su maestra, Modesta Bor.

«El compositor —testifica Carrillo— puede escuchar melodías que no existen. Yo puedo imaginar música y luego verificar en el piano que lo que estoy oyendo existe. Yo creo que es parecido a lo que le puede ocurrir a un pintor cuando imagina los colores de un cuadro y luego los va modificando en el lienzo». Silencio. Mucho silencio. Luego un viento inspirador que lo empuja sobre las ramas de los árboles, sobre las palmeras de nuestro trópico. César Alejandro Carrillo pudo haber imaginado aquella melodía en el tráfico, en un vagón del metro y luego colocarse delante de alguno de sus coros y haber confirmado que la lluvia existe. «Esa audición interna la logras con el tiempo; el poder escuchar música sin música», lo asegura en la evocación de esa clausura interior que es el silencio, del que han nacido composiciones que lo han hecho merecedor del Premio Municipal de Composición en cinco oportunidades (1984, 1988, 1992, 1998, 2000) y del Premio Nacional de Composición en dos (1982, 1991).

La música de Carrillo viene de la noche, de las emociones, de la necesidad de conmover al público y de comunicarle algo. «Hay gente que va pasivamente a los conciertos. Ése es el final del arte, cuando la gente no se involucra porque, entonces, el hecho comunicacional no se completa». Muchas de las composiciones provienen de un embrión poético, de algún texto que reescribe luego sobre un pentagrama con los jeroglíficos vibrantes del alfabeto musical. Carrillo considera que su mejor pieza es la que siempre está por hacer y que, cuando un compositor se sienta a desarrollar una obra, debe seguir el evangelio del argentino Astor Piazzola: «Él decía que uno tiene que componer para sí mismo. Y es cierto. La satisfacción personal es suficiente, pero para eso hace falta ser muy autocrítico». Además de dedicarse a la composición y a la dirección coral, Carrillo ha sido arreglista de grupos como Serenata Guayanesa y, actualmente, trabaja también como tal para Bolanegra, conjunto vocal dedicado a la música popular del cual es también fundador e integrante.

«Huele a corcho», advierte y abre el aula de ensayo del Orfeón Universitario con las llaves que le han confiado cuarenta años de dedicación musical. César Alejandro Carrillo ha escuchado y ha hecho cantar en esa sala desde el año 1992, cuando comenzó como asistente de dirección de la coral ucevista, presidiéndola no sólo en Venezuela sino en el resto de América y de Europa, así como en la remota Asia.

Afuera redobla el aguacero artificial en las palmeras. «Al hacer música, el hombre se aproxima a la naturaleza, al entorno que lo rodea. Cantar es una forma de conectarse con el otro y consigo mismo. Es un acto de comunión», testifica. De salida, antes de cerrar la sala, hace notar un cuadro de Onofre Frías con un epígrafe de Eugenio Andrade: No oigas el ruiseñor. O la alondra. Es dentro de ti donde toda música es ave. Ése es el sacerdocio de César Alejandro Carrillo: escuchar esas aves profundas y hacerlas cantar en otros hombres. Así también se ora.

El domingo 29 de noviembre, a petición del público, Carrillo obsequiará 35 minutos de música vocal pura en los que reproducirá, nuevamente, el «Magnificat» del estoniano Urmas Sisask en la Iglesia del Colegio María Auxiliadora en Altamira, a las 5 pm. Y el sábado 5 de diciembre, en el mismo lugar y a la misma hora, bautizará el último disco de Cantarte, Totus tuus, y ofrecerá un repertorio de algunas de las piezas marianas que componen el trabajo con las que también ha querido elevar una oración enamorada.

 

Fotografía: Laura Morales Balza

Dos talleres en España

 

En pocos días estaré partiendo a España para impartir dos talleres sobre mi música y algunas piezas latinoamericanas. El primero de ellos discurrirá en el Consevatorio de Música de Tomelloso, una ciudad cercana a Madrid. Allí estaré compartiendo un taller para el coro del Conservatorio y luego otro taller con una buena cantidad de asistentes inscritos para tal ocasión.

En la segunda etapa del viaje, estaré realizando un trabajo similar para la Federación de Coros de Navarra. No dudo que esta será una gran experiencia para todos, tanto para mí como para quienes serán mis nuevos amigos españoles! Así que pendientes pues a partir de la semana próxima los mantendré al tanto, en la medida de lo posible, de todas las peripecias por España. ¡Saludos a todos!

MÚSICA SACRA Guía de textos latinos traducidos al español

Este libro, concebido como una herramienta útil para el director de coros, el investigador, el musicólogo, el compositor, el estudiante, o simplemente el aficionado a la música sacra, es una excelente brújula para comprender el significado y la función litúrgica de todos y cada uno de los textos latinos tal y como aparecen en el Liber Usualis y que han sido musicalizados desde el canto gregoriano hasta nuestros días. Con prólogo del eminente musicólogo español Ismael Fernández de la Cuesta.

La audición de música sacra nos ha deparado, por siempre, uno de los mayores goces desde un punto de vista estético. Pero, ¿cuántas veces hemos disfrutado y nos hemos conmovido muchas veces sin entender el significado de las palabras en latín, e incluso el contexto litúrgico de dichas palabras, cuando el significado correcto en español podría potenciar una mejor comprensión e interpretación de dicha música?

MÚSICA SACRA Guía de textos latinos traducidos al español es una compilación que ofrece un fácil acceso a la traducción española de los textos que, a lo largo de los siglos, han sido musicalizados como canto gregoriano y como motetes polifónicos. Aquí están contenidos los propios de las misas y oficios de la liturgia católica romana tal como aparecen en el Liber usualis. En un formato de diccionario, hallaremos los introitos, graduales, aleluyas, tractos, secuencias, ofertorios y comuniones, y también las antífonas, responsorios, himnos y otros textos del Oficio divino.

Prólogo

«No existe en español un prontuario de liturgia pensado para musicólogos. Algún intento que ha aparecido en lengua inglesa carece de la claridad y de la eficacia informativa que proporcionen al investigador sobre la música unas pautas indispensables para la comprensión del complejo entramado que es el ritual cristiano. El maestro venezolano César Alejando Carrillo ha realizado un esfuerzo gigantesco para allanar al musicólogo y al intérprete de música religiosa este complicado camino de la liturgia. No es un prontuario lo que pone en nuestras manos, sino una herramienta muy preciosa, a saber, los textos y rúbricas del Liber usualis en latín y español, para uso del investigador y del intérprete.

Para perfilar y completar esta edición, Cesar Alejandro Carrillo ha realizado un trabajo hercúleo, muy digno de agradecer por todos los musicólogos y por quienes se dedican a programar, cantar e interpretar la música de naturaleza religiosa de tiempos pasados».

Ismael Fernández de la Cuesta

Miembro Numerario de la Real Academia

de Bellas Artes de San Fernando, Madrid

Cantarte (Iglesia Chiquinquirá, Caracas)

Comparto esta imagen de Cantarte, realizada por Ramón Lepage en el año 2009. Presentes en la fotografía:

 

Sopranos Natalia Martínez, Andreína Gómez, Adriana Webel, Vilma Guzmán, Marisabel Bor


Altos Yolanda Mantilla, Raiza Mayorca, Ciria Peña


Tenores Carlos Ramos, Ricardo Henríquez, Henrry Quintero, Juan Manuel Soto, José Franco


Bajos Miguel Ángel Vaccari, José Antonio Sanmartín, José Antonio Montilla, Manuel Hurtado, Carlos Malavé, Pedro Torrealba

Magnificat (2010)

Comparto con ustedes la satisfacción de haber podido concluir esta composición sobre el famoso texto de Lucas (1:46-55), el cual ha sido musicalizado infinidad de veces a través de la historia de la música. Esta obra responde a un requerimiento del Comité Artístico del 9° Simposio Mundial de Música Coral, a celebrarse en Puerto Madryn, Argentina, en agosto de 2011. Seis compositores latinoamericanos fueron escogidos y comisionados para escribir una obra a estrenarse en el marco de dicho evento: Marlos Nobre (Brasil), Antonio Russo (Argentina), Roberto Valera (Cuba), Francisco Kröpfl (Argentina), Leo Masliah (Uruguay) y yo, César Alejandro Carrillo (Venezuela). Para mí es un gran honor compartir con este importante grupo de compositores latinoamericanos. De igual manera, corresponderá a seis coros internacionales estrenar estas seis nuevas composiciones. En este momento, es un misterio cuáles coros harán las premieres, pero desde ya les digo que será una experiencia sumamente emocionante y gratificante escuchar nuestras obras cantadas por seis conjuntos provenientes de latitudes diferentes a las nuestras, y que a través del lenguaje de la música sabrán expresar nuestros pensares y sentires.

A su debido tiempo, les iré contando todos los acontecimientos que se vayan generando alrededor de este importante evento, el 9° Simposio Mundial de Música Coral. Por lo pronto, aquí está el vínculo que los lleva directo al Simposio.

Nos vemos por ahí.

En Madrid

En Atocha, Madrid (2006) con el maestro Ismael Fernández de la Cuesta. 

Totus tuus. Cantarte (2006)

Diseño gráfico: Camoba Taller Gráfico Editorial

A través de todas las épocas, innumerables compositores han escrito un corpus importante de obras dedicadas a la Virgen María, fundamentadas éstas en los textos litúrgicos, de añeja data, utilizados por la Iglesia Católica para honrar el culto de la misa y de los oficios. Sus más remotos ejemplos los podemos encontrar en el tesoro musical que hoy conocemos como canto gregoriano. Totus tuus: Música del siglo XX en Honor de la Virgen María, es una selección de importantes obras pertenecientes a compositores de diferentes latitudes del orbe que han dedicado parte de su producción coral al culto de María, la Madre de Cristo. Totus tuus es el nombre de una de las obras aquí presentes, del compositor polaco Henryk Mikolaj Górecki sobre textos de Maria Boguslawska, y compuesta en honor de la tercera peregrinación del Papa Juan Pablo II a su tierra natal en 1987. Fue estrenada el 14 de junio durante la Santa Misa oficiada por el Papa en la Plaza Victoria, en Varsovia. A él está dedicada. Es bien significativo el hecho de que el apostolado de Juan Pablo II estuviese marcado por el lema Totus tuus ego sum, Maria.

La confección de este programa tiene sus raíces en el viraje que dio Cantarte a su trabajo a partir de abril de 2002, cuando decidió dedicar sus esfuerzos al estudio y montaje del inmenso repertorio de música religiosa escrita para coro a cappella durante el Renacimiento, y el siglo XX hasta nuestros días. Este cambio de enfoque nos ha permitido brindar al público oyente la posibilidad de apreciar la obra de importantes compositores de diversas épocas y procedencias, las cuales son escasa o nulamente ejecutadas en nuestro país. La confección de los programas puede ser de orden cronológico, temático, geográfico o dedicado a un compositor específico, lo cual nos brinda muchas posibilidades para la selección del repertorio.

La primera escogencia fue de compositores del siglo XX con obras de temática mariana. Dicho programa comenzó a trabajarse a mediados de 2003, viéndose interrumpido por la gira de Cantarte a Saint-Lô, Francia, en octubre de 2004, donde representó a Venezuela y América del Sur en el importantísimo evento ‘Polyfollia 2004’. Algunas de estas obras ya las hemos ejecutado en anteriores conciertos, mezcladas con otras obras no marianas, pero nunca bajo el concepto de la idea original, tal y como la presentamos en este disco. La mayoría de estos compositores nunca habían sido escuchados en nuestro país. Es parte de la tarea que nos hemos trazado: no sólo la ejecución de piezas fundamentales del género sino también el estreno de obras totalmente desconocidas para el público venezolano.

Traspatio. Los Hermanos Naturales


El infinito desparpajo que desde el comienzo hasta el final atraviesa el primer disco de Los Hermanos Naturales, podría inducirnos a creer que se trata de una pieza más del tipo de humor chabacano al que nos tienen acostumbrados algunos humoristas de muy dudoso gusto que pueblan los mediocres programas de nuestra TV sabatina o algunos locales nocturnos de nuestras ciudades. Sí. Nos reímos por un buen rato. Pero luego de escucharlo varias veces nos damos cuenta que estamos ante un trabajo de humor musical encarado con mucha seriedad y profesionalismo. El gran mercado comercial de la música se nutre fundamentalmente de aquellos consumidores que esperan un producto de fácil digestión. Pero en el caso que nos ocupa no se trata de tres amigos que se juntaron para obtener un beneficio fácil. Tres enormes talentos que luego de compartir y divertirse en parrandas y reuniones de amigos, deciden formalizar la “echadera de vaina” en algo estable y compartirla con todos nosotros. Andrés Barrios, Carlos Sánchez Torrealba y Daniel Pacheco, me consta, son tres artistas curtidos por muchos años, cada uno a su manera, en el mundo de la música, la poesía, el teatro, la radio y las artes plásticas. Detrás de todo el repertorio se nota que nada está puesto al azar, que seguramente se han ensayado diferentes opciones para resolver algún problema en el matrimonio entre la música y el buen humor. Otra circunstancia feliz de Los Hermanos Naturales, es su sonido, el cual, a primera vista, podría parecer pobre en virtud del escaso arsenal instrumental que poseen. Nada más alejado de la realidad. Francamente, no sé por dónde comenzar a desgranar los méritos que posee cada uno de Los Hermanos Naturales: Carlos Sánchez Torrealba, con su ascética batería, nos hace pensar en aquellos bateristas de los primeros años del jazz de Nueva Orleans, para en la siguiente pieza afrontar con total solvencia la música cañonera caraqueña, además de ser el solista de una buena parte de las canciones. Por su parte, Daniel Pacheco encara una de las tareas más difíciles de una banda: proporcionar el sostén armónico y rítmico de todo el repertorio, además de cantar y de participar en los coros. Por último, Andrés Barrios. ¿Qué podemos decir de Andrés que ya no se haya dicho? Además de tocar el clarinete como sólo los grandes dioses del jazz saben hacerlo, participa como cantante solista, actor, imitador, bailarín, payaso, mimo, animador, compositor, efectos especiales y pare de contar. Esta feliz combinación tiene la virtud de hacernos cerrar los ojos y trasladarnos por un momento a cualquiera de los escenarios descritos en sus canciones. Pero sobre todo, nos hace tomar conciencia que, detrás de toda la economía de recursos, hay un sonido que les es propio, inconfundible. El sonido de Los Hermanos Naturales no tiene parangón en la historia de la música popular en Venezuela y para cualquier banda o grupo que se precie de llamarse como tal, es de vital importancia poseer una identidad sonora auténtica y original. En fin, estamos ante la presencia de un inteligente y talentoso conjunto de juglares criollos que seguramente nos deparará muchas nuevas sorpresas en su próxima producción discográfica, la cual estará disponible a mediados de este año. Así que, ¡prepárense!


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